Reservaros de las melancolías y de los te echo de menos.
Nunca se echa de menos del todo a nadie, solo en la muerte. Sin embargo repetís
esa frase día tras día, como si toda la gente a la que amáis viviera ya bajo
tierra. Se debería de echar de menos únicamente en el momento en el que se sabe
que esa persona te faltará para siempre, si no es así, echar de menos es lo
mismo que desear ver cómo te hundes sutilmente en la tristeza de añorar. En el
momento en el que pronuncias esas cuatro palabras has cavado, sin darte cuenta,
un agujero en una parte de tu corazón. Es el agujero donde acumulas a todas las
personas a las que echas de menos, bien porque lleves mucho sin verlas, bien
porque aunque la hayas visto hace poco tiempo, quisieras que en ese momento estuvieran
ahí contigo. Si tuviera que echar de menos a todas las personas que llevo sin
ver siglos, o que no están a mi lado en este instante, el agujero sería tan
enorme que me habría olvidado de mi misma y estaría incluso echándome de menos
a mi también.
Probad a cambiar el te echo de menos por un tengo ganas de
verte. Suena mucho mejor eh. Sí, quizá al fin y al cabo, por mucho que
cambiemos el verbo, el significado termina por ser el mismo. Pero el sentido, el sentido es otro totalmente
distinto. Tener ganas de que salga el sol conlleva inmensa positividad. Echar de menos el sol transmite más negatividad que un día gris.
Si tenéis que echar que sea de más. Y ojalá
os canséis de echar de mas a toda
esa gente a la que admiráis porque el día que tengáis que echarla de menos no
habrá nada que arregle ese desastre emocional que se ablanda con pensar que los
mas ganaron a los menos notablemente. El
deseo de estar triste depende de vosotros mismos. Más vale que os preocupáis por
elegir las palabras correctas que se sintonicen perfectamente con lo que
sentís. Pues a veces transmitimos con palabras más tristeza de la que sentimos
y el problema es que terminamos convencidos de ello.
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