viernes, 11 de octubre de 2013

Magnífica

Velocidad. Prisa. Gente. Coches. Todo en exceso. Calles repletas de humanidad. Callejuelas desiertas. Cultura a rabiar. Semáforos en rojo, en verde, en ámbar. Bares petados. Restaurantes de guiris. Parques de bancos solitarios y fuentes de agua cristalina. Esquinas para esperar, y árboles enormes llenos de verde. Colegios, institutos, universidades de miles de nombres. Magníficos teatros y cine estacional. Autobuses llenos de vida y trenes de viaje. Inmenso reloj de las Tendillas dispuesto a girar su manecilla por cada segundo de nuestras vidas. Bibliotecas de silencio. Librerías con magia.  Tiendas de juguetes repletas de regalos de navidad. Y tiendas en general. Caminos que llevan a Roma. Y puente romano. Arte. Sueños que emanan de casas, pisos, residencias. Gente sin casa. Pena en las calles. Risas de amigos. Monumentos. Y quedadas monumentales. Fiestas de "cualquier día es bueno para celebrar que aún seguimos vivos". Hospitales. Llantos sin calma. Y camas vacías. Madres. Padres. Hermanos. Familias enteras. Pintadas. Reivindicaciones. Crisis. Verbenas de verano y feria de mayo. Flores, maravillosas todas ellas adornando calles y balcones. Y el bendito río Guadalquivir. El sol sureño. Y los tirantes y sandalias aún entrado Octubre. Simpatía de sobra. Jóvenes de moto y casco. Y la felicidad desbordante. La Mezquita. Iglesias. Y las curiosas teterias. La Corredera. La plaza del Potro. La rivera. Y los miles y miles de lugares que fotografiar.  Todo lo escrito es poco. Os lo aseguro.

















Mi querida Córdoba la bella.