“Nacemos para morir”. Que cruda es esta realidad. Todos sabemos cuál
es nuestro final, pero todo el mundo se sorprende cuando llega. Quizás no sea
simplemente el hecho de que a todos nos llegue nuestro momento sino el hecho de que nunca sabremos cuando nos llegará. Eso es lo que nos aterra, eso es lo
que nos sorprende. Eso es lo que maldecimos y que cuando todo va perfecto,
ocurre. No insinúo yo que por esto deberíamos de saber cuándo vamos a
morir, nada más lejos de la realidad. No queremos sorpresas de este tipo, pero
tampoco queremos fechas. No nos conformamos ni con una cosa ni con la otra.
Solo pensamos en vivir. Pero pensad ¿Desearíais vivir eternamente? Según
Nietzsche, en nuestra vida, cada hora, minuto, segundo, milésima de segundo se
repetirá eternamente, y pasaremos la vida viviendo una y otra vez momentos
eternos que se repiten, nada nuevo. Quizás este pensamiento te suba la moral o
te hunda profundamente, sea como sea, vamos a aceptar que un día
desapareceremos de la faz de la tierra. Pero no solo vamos a aceptarlo, sino
que además vamos a agradecer a la vida el que no dure para siempre.
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